Tras la gran guerra que casi hace
desaparecer a la humanidad, se forma en lo que antes era Estados Unidos
el país
conocido como Panem, formado por trece distritos gobernados por el Capitolio.
Sin embargo, los distritos, liderados por el número trece, se rebelan contra el
Capitolio, dando como resultado la desaparición del distrito que inició la
revuelta y la instauración de Los Juegos del Hambre, un espectáculo televisado
anual que tiene como motivo mantener controlados a los distritos.
Katniss es una chica del Distrito
Doce y el día de la cosecha…
He de reconocer que he tardado en
leer esta saga porque la primera vez que escuché hablar de ella estaba en manos
de mi prima de doce años y pensé “es un libro para preadolescentes, seguro que
es algo como Crepúsculo” (y que conste que me leí Crepúsculo). Sin embargo, cuando vi la película, me dije
“aquí hay algo más”, y empecé a leer. ¡Espanto! ¿Eso es lo que leen los
preadolescentes? Mi primer impulso, una vez terminada la novela, fue marcar el
teléfono de mi tía y decirle que no dejara que su inocente niñita leyera algo
así (tarde, puesto que ya lo había leído bastante antes que yo). Y es que es
mucho más que una novela para adolescentes, es cruda, aunque no se regodea en
la sangre (quizá lo justo), y sobre todo tiene un transfondo que no estoy
segura de que pueda comprender un niño/a de doce años, aunque la forma sí es claramente para este target, con frases cortas y simples, escrito en primera persona del presente, con una protagonista adolescente, una subtrama amorosa y la importancia de la amistad (temas recurrentes en la literatura juvenil) y un ritmo pensado para enganchar al lector desde el primer momento y no perderlo con divagaciones. Sin embargo, si miramos más allá vemos que estas tres
novelas son una clara denuncia a la deshumanización y a la pasividad que
vivimos actualmente. Sí, no hay un reality
en el que un puñado de adolescentes se maten unos a otros, pero si lo hubiese,
¿realmente nos escandalizaría? Vemos a diario violencia de todo tipo, y no nos
inmutamos (de hecho, la mayoría vemos el telediario mientras comemos sin que
nos quite demasiado el apetito). Lo más horripilante de este libro es pensar
“se podría hacer, y sería un éxito”, porque lo sería, a pesar de todo, de lo
inhumano, demencial y horrible que nos pueda parecer. Por supuesto, habría
voces discordantes (gracias al cielo por ellas), pero la mayoría observaría
impasiblemente su televisor, apoyaría a su campeón como si de un partido de
futbol se tratase, y lloraría, gritaría y se enfadaría cuando perdiera. Pero
durante los días que durase el “espectáculo” no se hablaría de otra cosa. Lo
peor es saber que la gente se preocuparía de que pudiesen seleccionar a su hijo,
y no de que se seleccionase a “un hijo”.
Puede que “viva” demasiado las
historias, pero esta, sin duda, me ha dejado mal cuerpo, y no me refiero a su
final, si no a ese sabor de boca que me dejan las buenas novelas, las que te
hacen pensar en que quizás deberíamos plantearnos más cosas. Después de
escandalizarme de que esa novela se dirija a un público tan joven, lo pensé
mejor. Que lo lean los adolescentes, que se den cuenta de lo “rotos” que
estamos, que con su pasión y su decisión juvenil hagan algo por cambiar las
cosas.
Lloré con cada muerte, incluso
con las de los asesinos más crueles, no podía dejar de pensar en que eran
niños… niños obligados a matarse entre sí para sobrevivir…
Por suerte, nuestra depravación
no ha llegado a tanto (al menos de forma socialmente aceptada, si no tengo mal
entendido, sí que existen películas con muertes reales, aunque no sean legales
el hecho de que existan ya dice mucho), y la novela se queda en eso, una buena
novela, una historia digna de leer. Mi recomendación a todos.
P.D: Hace años vi la película de Battle Royale y cuando vi la película de
Los Juegos del Hambre no pude evitar
ver ciertas similitudes. Quiero leer la novela de Battle Royale y hacer una comparativa…