Odiaba esa estúpida capucha roja. Todos los descendientes de brujas tenían que llevar una que los diferenciara del resto de los aldeanos, como si por llevar en la sangre genes de bruja fuesen a mutar en dragones y a comérselos. ¡Y menos mal que ella misma no era una bruja! Si no, se habría visto como su abuela, desterrada de la aldea a un triste caserón apartado de todo. Suspiró. Al menos le dejaban llevarle cosas todos los días.
Así que se puso la odiada capucha
y emprendió el camino al sórdido bosque. El bosque, como casi todos, tenía muy
mala fama, que si lobos que derriban casas soplando, que si siniestros enanos
mineros, que si ancianas que te ofrecen fruta en mal estado… ¡Paparruchas!
Todos los días paseaba por el bosque y nunca vio nada más peligroso que un
jabalí, lo que por otro lado, era bastante peligroso.
-¡Abuela! Ya he llegado. Hoy te
traigo un retal de tela, te podrás hacer un abrigo calentito. ¿Abuela?
-Wof.
La niña se volvió.Su abuela no
tenía ningún perro, pero efectivamente, eso había sido un ladrido.
-Wof.
En el umbral de la cocina había
un perro gris. No era especialmente amenazador, pero la niña era precavida.
Le tiró la canasta.
¿Qué estaba viendo? El chucho
parecía ofendido. ¿Y estaba…? Sí, estaba dándole la espalda con un porte que
recordaba más a una dama en la corte que a un perro en un caserón.
-Mmm...
-Wof.
¿El perro estaba cabeceando como si quisiera que le
siguiera?
-Ni de coña. He leído lo
suficiente como para saber que si voy a casa de mi abuela y hay un animal que
puede morder en vez de ella, mejor salgo por patas. Las mías no las tuyas. No
te ofendas, perrito.
Entonces el perro salto sobre ella.
-¡Mierda! ¿Ahora me comerás si no
llega a tiempo un guapo leñador?
La niña no podía estar segura,
pero… ¿Había visto exasperación en los ojos del perro?
Entonces el perro se la quedó
mirando fijamente desde su posición. Puesto que la había tirado al suelo y el
chucho parecía bastante interesado en que lo mirase a los ojos, la niña decidió
seguirle la corriente.
<<Espero que no me ataque
si lo miro, como hacen los gatos>> Pero entonces, pareció reconocer
aquellos ojos.
-¿Abuela?
El perro, perdón perra, se sentó
en el suelo y dio un ladrido. Parecía contenta.
-¿Pero cómo…?
La perra, o la abuela según se
vea, agarró la manga de su nieta con los dientes y la arrastró a la cocina.
En la cocina había un gran libro
de hechizos y un montón de ingredientes dispersos por la encimera.
Evidentemente, su abuela había hecho un hechizo.
-¿Abuela, querías convertirte en
perro? No es que me moleste, pero... ¿Porqué no un animal más atemorizante? Yo
me convertiría en dragón, o…en hurón. ¿Qué? Los hurones son muy agresivos y
escurridizos.
La abuela se llevó la pata a la
cabeza y se tapó los ojos. La niña se indignó un poco.
-¿Te conviertes en un perro que
ni siquiera tiene pedigrí, y la decepcionada eres tú? Mamá debe haber aprendido
de ti su decepción perpetua hacia todos.
La perra parecía cansada, era
comprensible. Aquel chucho seguro que tenía más años de los que correspondían a
un perro.
La niña cogió el libro de
hechizos.
-Bien ¿Qué buscamos? Hechizo para
hacer dormir, hechizo para convertir una calabaza en carruaje, hechizo de amor…
Abuela, aquí no hay nada.
La perra le gruñó.
-Está bien…seguiré buscando.
Hechizo para que te crezca el pelo ¿Puedo echárselo a la mujer del alcalde y
que se convierta en la mujer barbuda?
Otro gruñido.
-Abuela, qué aburrida eres.
Hechizo para ser joven, hechi…
-¡Wof wof wof!
-¿Para ser joven? ¿En serio? Pues
no pareces una perra muy joven.
Por un momento, la niña tuvo un
poco de pena, su abuela parecía avergonzada.
-Está bien, veamos. Azúcar, miel,
ajonjolí, canela…¡Eh! Con esto podría salir un dulce muy rico. Mira, aquí está
el fallo. Has echado cardamomo en vez de canela. Mira que te he dicho veces que
pongas los letreros más grandes.
Toc, toc, toc.
-¿Esperas a alguien, abu?
La niña fue a la puerta… ¡Wow! ¡Que
hombre! Era guapo, guapo, guapo, y se estaba quedando corta.
-Hola guapa. Está… ¿tu tía? O tu
hermana, supongo.
La niña miró inquisitivamente a
su abuela. Con que poción de juventud… eso lo explicaba todo.
-No, verás. ¿Ves ese perro?
-Grrrrrrrr
-Sí, el que gruñe. Se la ha
comido.
El Hombre estaba entre divertido
y horrorizado ¿qué les pasa a los niños de hoy en día? Bueno, mejor era
seguirle el juego, quería caerle bien a la familia de su amiga… por si acababan
siendo algo más.
-¿Y qué hacemos?
-Mmm… En el cuento, el leñador le
llena de piedras el estómago. -sentenció la niña.
<Será macabra la criatura… ¡Pero
si no tiene más de diez años! Qué curioso, el perro parecía estar asustado
¡Como si nos entendiera!>
-¿Pero tu no querrás hacerle eso
a un perrito, verdad?
La niña puso cara de sádica.
-¿Wof?
…..
El silencio se hizo tangible,
tanto que el guaperas empezó a notarlo sobre su cabeza, húmedo, pegajoso y
terriblemente pesado. Todos empezaron a ponerse nerviosos, menos la niña, a la
que esto le parecía de lo más divertido.
-No, supongo que no.
¿El perro había suspirado?
La niña suspiró.
-Mi Abuela estará enseguida.
-¿Abuela?
La niña tenía cara de haberse
comido todos los dulces antes de la cena.
-Sí, mi abuela. -miró a la perra-
Es que tuvo a mi madre muy joven.
El hombre parecía confundido. La
mujer con la que había quedado tenía veinticinco años. Si tenía una nieta de
diez… Sacudió la cabeza, las cuentas no eran lo suyo, pero juraría que algo no
cuadraba.
La niña dio un saltito y se fue a
la cocina y la perra, que debía ser suya, la siguió.
-Bien, según esto, si añado un
poco de láudano y de… ¡Listo!
La perra parecía más bien
desconfiada, pero se acercó lentamente al plato que su nieta había puesto en el
suelo.
¡Puf! Segundos después, y tras la
nube de humo reglamentaria en la habitación, estaba su abuela, vieja como
siempre y con muy mala cara.
-¡Niña, deprisa! ¡Que está
esperando! Con que llenarme de piedras la barriga…
-Abu, ¡era broma!
La niña ayudó a su abuela, y en
un periquete una joven de veinticinco años salió de la cocina.
-¡Wow! ¡Abu, estás impresionante!
-No me llames abu. Sabes que no
soy tu abuela, querida.
La abuela parecía querer decirle
algo… o estaba experimentando algún tipo de efecto secundario que hacía que sus
facciones se contrajeran en una especie de mueca asesina.
-Es mi sobrina, ¿sabes?
-Ah, eso lo explica todo. Aunque
creía que eras hija única.
-Lo soy, ¿por qué?
El hombre parecía confuso.
-Menos mal que no es tan listo
como guapo, ¿eh, abu?
-Niña, ¿no tienes que irte?
-Nop.
No se perdía esto ni loca, ¿la
abuela con una cita? Juas, esta tarde iba a ser entretenida. O no, porque su
abuela estaba poniendo su cara de “o haces lo que te digo o te convierto en
larva durante tres meses”.
-Vaaale. Me voy. Aburrida.
-Que niña tan simpática.
-Sí, es la hija de una vieja
amiga.
-¿No era tu sobrina?
-Qué disparate, no tengo
hermanas. ¿Vamos a pasear?
El Hombre sonrió, mucho se tenían
que torcer las cosas para que esta noche no triunfase…
La abuela sonrió, tenía unas
horas de juventud, un buen mozo, y… ¡Mañana se encargaría de esa descarada
nieta suya!
Caperucita,la abuela, el lobo y el leñador....Todos con un toque irnonico y humoristico jejejejeje.Me gusta
ResponderEliminarFelices Fiestas!!!
Te sigo
Gracias!^^
ResponderEliminar